The Cure - The Cure

The Cure - The Cure

Oficio. Eso es lo que derrocha el nuevo disco de The Cure. Robert es, además de mi gran ídolo de todos los tiempos, un laburante de su propia artesanía. No hay manera de que un artista moderno siga teniendo arranques irrefrenables de genialidad después de 27 años de carrera. En cambio, lo que queda es el oficio y la inteligencia de saber administrarlo y exprimirlo. Este es el mejor disco de The Cure desde Disintegration (incluso mejor que Bloodflowers, que en su momento también fue el mejor desde Disintegration) y lo es por el simple motivo de que Robert se las volvió a ingeniar para crear grandes canciones. Lost, el track que abre el disco con la frase lapidaria y dark-ochentosa "I can't find myself" es un arranque apocalíptico, un crescendo interminable que deja sin aliento y te predispone a recibir el resto del disco con una expectativa enorme. Las cosas no se ponen más felices con Labyrinth, que parece sacado de las entrañas del enorme y maravilloso Kiss Me Kiss Me Kiss Me. Before Three parece también compartir el espíritu de ese disco y recién con The End Of The World (por fin The Cure tiene un tema con ese nombre!) aparece el Cure más pop, aunque sin llegar a la exaltación de Let´s Go To Bed. Anniversary es un descenso en la misteriosa belleza de The Top y en especial de Lament, ese b-side que apareció en Japanese Whispers.

Podría seguir tema por tema encontrando alguna relación con algún otro momento de la carrera de The Cure. Es que The Cure (el disco) es un The Cure clásico por donde lo mires, en parte porque esta música sigue siendo necesaria ante la falta de algo que tome su lugar, en parte porque las nuevas canciones son realmente buenas, en parte también porque Robert (el personaje, el artista) es un tipo sumamente querible y amigable. Juro que cada vez que lo escucho cantar me suena tan familiar que su estilo retorcido y falto de virtuosismo me parece lo más normal del mundo. Es que, demonios, hace 17 años que escucho The Cure y además eran la banda de mis sueños cuando era un pendejo y hacía girar sus vinilos todos los días.

Y sin embargo, dado que a Robert no le perdono cualquier cosa (Wild Mood Swings ni siquiera lo tengo), confío en mi objetividad para decir que Robert y sus amigos siguen siendo unos tipos sumamente confiables para cantar lo que vos soñás en tus peores pesadillas.