Slowdive - Pygmalion

Slowdive - Pygmalion

Increíblemente es la primera vez que agrego un disco de Slowdive. Una cuenta pendiente supongo, porque son una clave en mi historia musical. Mi segunda etapa dark por decirlo de algún modo. Luego de Joy Division y The Cure en los 80s, en los 90s fue Slowdive. Es que eran irresistibles: partiendo de la estética típica del shoegazing, los Slowdive crearon un universo de sonido hipnótico, canciones de cuna para que creas que te estás durmiendo en el cielo cuando en realidad es el infierno. El sonido de Slowdive era el Diablo, el ángel renegado: se hace pasar por luz pero es en realidad oscuridad. Los efectos de cámara, las voces etéreas, las guitarras pasadas por una procesadora y convertidas en crema untable con una generosa porción de ácido, las hermosas melodías, la tristeza absoluta, drenada de esperanzas. Eso era Slowdive, una de las bandas más especiales y perfectas que haya existido. No es posible hacer mejor lo que ellos querían hacer, simplemente no se puede.

El disco de Slowdive que más escuché fue el segundo, Souvlaki, una exquisitez absoluta. Y seguramente en algún momento lo comentaré acá, pero ahora quiero empezar por lo más difícil. Pygmalion es el tercer y último disco de Slowdive. Una apuesta extrema que les salió mal desde lo comercial pero genialmente bien desde lo artístico. Vaya uno a saber por qué, después de este disco la banda dejó de existir. Poéticamente se puede suponer que después de Pygmalion ya no había nada: Slowdive había dicho todo lo que tenía para decir. Después de conseguir el shoegazing etéreo y dreamy perfecto en Just For A Day y Souvlaki, lo que hicieron en Pygmalion fue... cómo decirlo... diseccionarlo hasta encontrar el núcleo. Destriparon las melodías y el sonido, los estudiaron como científicos y con sólo algunos pedacitos en las manos dijeron "esto es lo que importa". Y lo tocaron, lo largaron encima de un disco y el resultado es el colmo de la perfección porque se trata de una perfección escasa, lo mínimo posible para que nada, nada sobre. Claro, estoy hablando del viejo y querido minimalismo, pero en este caso es muy shockeante porque ya habíamos escuchado la versión pomposa y grandilocuente de Slowdive y ahora esto, la desnudez absoluta, la repetición, el hartazgo, Pygmalion es tan monótono que asusta. Al mismo tiempo, superado el primer susto, se convierte en una de las experiencias musicales más gratificantes.

Supongo que no conviene que, si nunca escuchaste Slowdive, empieces por Pygmalion. Es demasiado duro y además es la culminación perfecta de su música. Si querés escucharlos, andá en orden. Primero Just For A Day, luego Souvlaki y finalmente Pygmalion. Este último, muchas, muchas veces, hasta que crezca en tus oídos y su núcleo pequeño y aparentemente empobrecido logre desplegar toda su belleza.